Los libros son objetos preciosos llenos de recuerdos y sabiduría.
«Soy viejo pero no estoy solo, mis libros me acompañan cada día, sin ellos mi vida estaría vacía y sin sentido».
Mi amigo Emilio dice que la lucha por conservar el libro impreso está perdida.
Emilio sabe mucho de libros, es filólogo, escritor, crítico, poeta, editor y experto cervantista, quiero decir que cuando habla de libros hay que prestarle atención. Yo así lo hago, pero confieso que me gustaría que por esta vez se equivocara, pues todavía mantengo la esperanza de que el libro de papel permanezca. Y con él las librerías, claro. No quiero vivir en un mundo sin librerías.

La tecnología ha hecho posible los libros electrónicos y los almacenes virtuales, pero que algo sea posible no lo convierte en necesario y mucho menos en conveniente. Evitar que sigan desapareciendo librerías está enteramente en nuestra voluntad.
Entrar en una librería es una decisión de la que nunca nos arrepentimos; hojear volúmenes antiguos y modernos, escrutar títulos y ediciones son momentos de aventura y regocijo. Preguntar al librero, hablar con él, escuchar su consejo resulta siempre gratificante. Media hora hora después, o tal un poco más de tiempo, si la librería lo merece, saldremos más ricos que cuando entramos porque el tiempo en una librería es siempre tiempo bien invertido. ¿No merece ello pagar, tal vez, unos euros más a cambio? Un diminuto impuesto que aceptamos gustosa y voluntariamente, porque sí sabemos adonde va y qué obtenemos a cambio.

Si frecuentamos la librería siempre estará con nosotros.
Ahora me retiro a cumplir con el precepto de hoy día 23 de abril: leer un capítulo del Quijote. La historia de la pastora Marcela, me apetece.
¡Feliz día del libro, amigos!
Alfredo F. Alameda
Una placentera entrada al mundo de los libros, a la biblioteca eterna e infinita y al excelente blog de Alfredo Fernández Alameda. Feliz día del libro.
Mil gracias, amigo, por visitar este modesto Mostrador.
Como dijo don Miguel de Unamuno, al final del prólogo de la Vida de Don Quijote y Sancho, «Todo eso que me dices está muy bien, está bien, no está mal…». Pero —añado yo— lo mismo podría haber dicho un romano de las tablillas de cera, y antes aún algún devoto de de las tablillas de arcilla cocida encontradas en el palacio ninivita de Assurbanipal (que, por cierto, tenían un formato tan socorrido como el de 16 x 24, ideal como su merced sabe para la máquina 70/100…)
Tienes razón. Pero espero puedan convivir.
Hace usted, señor duque, un atinado elogio visual y literario de los libros, del placer que su lectura proporciona y de los nuevos horizontes que ofrecen a los espíritus curiosos.
Yo tampoco quiero vivir en un mundo sin libros y sin librerías. Sobre todo si estas últimas son tan vistosas como las que aparecen en las fotos.
Feliz lectura, que puede surgir en cualquier instante, aunque no esté encuadrado precisamente en el día del libro.
Gracias maestro. Te sale la poesía en cuanto desenfundas la pluma.
Millón de gracias , Alfredo. Y por aquello de arrimar el ascua a la sardina de Borges, te recuerdo que todo lo que puedas escribir está ya escrito en la biblioteca de Babel. Por lo cual, cuyo, oshá, mayormente y mejorando lo presente, no eres más que un plagiador multi-reincidente.
Y aunque no venga muy a cuento, aprovecho para recordar aquí que Gabriel ponía del orden de 20 faltas de ortografía por página, según propia confesión. Por ello quedáis invitados a uniros al comando que hemos tomado las armas en contra (en parte) de tales arbitrarios y caprichosos convenios.
(No en contra de la sintaxis correcta ni mucho menos de la anarquía poética, sea en verso o en prosa)
Amen
Gracias por tus comentarios, como envidio tu juventud…